El Quetzalapanecayotl

POR Joaquín Trejo
/ Ene, 2025
In cuicatl, in xochitl

Fueron los mexicas quienes cerraron el ciclo de grandeza mesoamericana. Los últimos llegados del grupo nahuatlaco a la cuenca del Valle de México, transportando a Huitzilopochtli en la espalda de los teomama. Tras derrocar al señorío tepaneca, en 1428, forjaron la Triple Alianza. Una saga de casi dos siglos, durante el cual los tlatoani decidieron reinventar su historia. Encumbrando a Huitzilopochtli, un dios lacustre menor, sobre el antiquísimo y poderoso Tezcatlipoca. Este acto inició el mito de la Coyolxauhqui, derrotada por el sol y marcó el comienzo de una nueva era y realidad.

Es relevante señalar que el oro, escaso en Mesoamérica, se valoraba en objetos más por su maestría artística que por el valor intrínseco del metal. Los antiguos mexicanos no fabricaban piezas de oro, sino que enriquecían su arte con el oro, convirtiéndolo en parte de un conjunto. Así, la orfebrería adquiría igual valuación que la plumaria, la pedrería, el tejido y hasta las simples conchas. Por ende, el valor residía en la maestría creativa de las piezas, más que en los materiales mismos.

Uno de los artistas más prominentes del Renacimiento, Alberto Durero (1471-1528), se encontró con el botín de tesoros mexicanos de Cortés en Bruselas. Aunque hay registros detallados de los regalos que se entregaron a Carlos V, se desconoce si entre aquellas piezas estaba el llamado «penacho de Moctezuma» o quetzalapanecáyotl. No importa qué piezas pudo apreciar Durero, lo relevante es el asombro que le causaron, según escribió, en sus propias palabras:

Esas cosas son más bellas que las maravillas, tan preciosas que las han estimado en cien mil florines y en mi vida he visto cosa que me haya regocijado el corazón más que esos objetos. Pues ahí vi cosas extraordinarias y artísticas y me maravillé de la sutil ingeniosidad de los hombres de países lejanos; no sabría decir aquello que sentí yo ahí.

Las alabanzas de Durero cierran los comentarios de un verdadero artista, reflejando el estupor que el arte mesoamericano le causó.